Uno de los principios fundamentales en la filosofía socioconstructivista, es que niños y niñas construyen su aprendizaje a través de las interacciones sociales, la colaboración y el juego con sus pares y el mundo que le rodea.
En cada recorrido por los salones encuentro situaciones que muestran cómo se vive en el día a día la filosofía. Cuando trabajan juntos en proyectos y rincones, no sólo crean, sino que también construyen lazos y desarrollan habilidades sociales que los acompañarán a lo largo de su vida.
Hoy quiero compartirles una historia de colaboración observada en un grupo de 3º de primaria. Estaban en un proyecto acerca del “patrimonio cultural de Culiacán” investigando ¿Qué cosas nos distinguen y forman parte de nuestra cultura? Durante varios días, los alumnos en pequeños equipos, se habían reunido previamente para elegir un elemento de nuestro patrimonio cultural y lo iban a representar a través de sus cien lenguajes (modelar, construir, etc.), algunos de estos elementos eran: el Puente Negro, la Danza del Venado, la Catedral, la Lomita, el cultivo de tomate, entre otros.
El equipo que yo observaba quería reproducir en una construcción en miniatura “La Lomita” ¡Vaya tarea! Observé cómo cada niño aportaba su perspectiva única y sus ideas. La primera decisión que enfrentaron fue: ¿Qué materiales nos permitirán darle la forma a la Lomita?
También fue relevante observar de qué manera la colaboración fomenta la resolución de problemas cuando se enfrentan a un desafío donde deben discutir y pensar en conjunto. Gracias al cuestionamiento de Carlos: “¿Los vamos a hacer por todos lados (refiriéndose a 3 dimensiones) o sólo de frente (dimensión plana)?”, empezaron a reflexionar en las dimensiones y proporciones:
Al colaborar los estudiantes desarrollan una aprendizaje colectivo y un sentido de pertenencia, haciéndose conscientes de que sus acciones tienen un impacto en el grupo. Es por ello, que en Vía Reggio, cuando los niños y niñas colaboran en proyectos y rincones, no sólo están adquiriendo aprendizajes curriculares, sino que también están cultivando habilidades de vida esenciales como la comunicación, la empatía y la resolución de problemas. La colaboración, sin duda, transforma el aula en un lugar donde la creatividad se encuentra con la amistad.