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CONSTRUIR IDENTIDAD Y RECONSTRUIR NUESTRA COMUNIDAD junio 17, 2025

Desde el inicio de este ciclo escolar, en Vía Reggio decidimos colocar al centro una pregunta que nos atraviesa desde que somos pequeños, pero que se transforma y se resignifica con el tiempo: ¿quién soy?
A lo largo de este período exploramos el concepto de identidad, acompañando a nuestros estudiantes —desde Nido hasta Secundaria— en esta búsqueda por comprenderse a sí mismos y al otro. Este enfoque se alinea con la visión de Loris Malaguzzi, quien concebía al niño como un ser activo y competente, capaz de construir su propio conocimiento y cultura a través de sus relaciones con los demás y con el entorno.

En los primeros años, la identidad apareció de la manera más natural: el reconocimiento del propio cuerpo, las emociones, los sentidos, los gustos, los miedos y las similitudes y diferencias con los demás. Jugando, pintando, explorando, nombrando… los niños de nido y preescolar, comenzaron a reconocerse como seres únicos, pero también parte de un grupo que los acoge tal como son.

En primaria baja, esa mirada se extendió hacia el entorno: la naturaleza, los animales, la ciudad, los espacios que habitan, los materiales que usan, y las personas con las que comparten la vida diaria. Descubrieron que también somos lo que cuidamos, lo que protegemos, lo que defendemos.

En primaria alta, la identidad comenzó a relacionarse con el pensamiento, la cultura, las emociones, la historia personal y colectiva. A través del cine, el arte, la música, el misterio, el deporte o la comida, los alumnos se reconocieron como seres capaces de imaginar, recordar, crear y transformar.

Y en secundaria, la identidad se vivió como una experiencia de introspección, diálogo y reflexión ética ante la realidad. Los adolescentes se atrevieron a pensar en lo que callamos y en lo que mostramos, en lo que nos duele como comunidad, en lo que construye o daña nuestro entorno, en lo que aspiramos a ser.

Este recorrido nos confirma que la identidad no se enseña, se acompaña en el juego, en la pregunta, en el error, en el silencio y en la palabra. Se acompaña con cuidado, sin prisa y con la certeza de que cada quien encontrará su propia voz, en su propio momento.

También reconocemos que la construcción de la identidad personal está íntimamente ligada a la identidad de la comunidad a la que pertenecemos. Nuestra ciudad —como tantas otras— está viviendo una realidad compleja y desafíante. Reconstruir nuestro Culiacán, no será posible sin preguntarnos primero quiénes somos, qué valores sostenemos y cuáles queremos transformar. Acompañar a nuestros estudiantes a reconocerse a sí mismos es, también, un acto de esperanza colectiva: es sembrar raíces más firmes para imaginar una ciudad más consciente, más justa y más humana.

Te invitamos a ser testigo de esta celebración de identidad en nuestro Museo de los 100 Lenguajes ¡Invita a tus familiares y amigos!

Fernanda Escobosa
Diección General